Capítulo 01.
Jimin guardaba en una bolsa ropa y zapatos, un poco nervioso escuchando a su esposo hablar por teléfono en el balcón metió sus cosas en su mochila con rapidez aprovechando que él estaba distraído. Se miró al espejo y vio que su frente estaba con una mancha verde, si no llegaba a cubrir esa macha, sus planes de ese día se arruinarían y no podía permitirlo.
—¡Ya me voy Seonghwa! —se colgó su mochila en la espalda.
—¿A dónde vas? —dijo dejando el teléfono a un lado y mientras entraba a la habitación.
—Al salón de belleza.
—Espera, ¡Jimin!
Sin responderle, el menor salió casi corriendo de su casa y comenzó a caminar por las calles de Seúl, dirigiéndose al salón de belleza de un buen amigo que tenía, Lim Jaebeom.
Entró al salón de belleza, con un aire resplandeciente y alegre, robándose la mirada y la atención de algunas chicas y chicos, aunque solo vistiera un buzo plomo, grande y holgado, su sonrisa era lo que más lo caracterizaba, porque esa curvatura en su rostro era verdaderamente hermosa, era muy contagiosa y normalmente a cualquier lugar donde iba, se volvía un lugar lleno de luz.
Nadie pensaría que detrás de esa sonrisa radiante se encontraba una profunda tristeza.
—Buenos días Seulgi —dijo sonriente el pelinegro.
—¡Minnie! No sabía que vendrías hoy.
—Ni yo sabía que vendría, pero aquí me ves —sonrió sentándose en una de las sillas—. ¿Puedes cortarme un poquito el cabello y echarme un poco de base a la frente?
—¡Jimin! —gritó escandalizada al ver un enorme moretón verde en su frente.
—Shhh, solo maquíllame, ¿sí?
—¿Qué pasó? —apareció Jaebeom al escuchar tremendo grito.
—Nada, ya sabes como es Seulgi de escandalosa.
Jaebeom miró con detenimiento a Jimin y se fijó en aquella mancha verde en su frente, no pudo evitar fruncir el ceño y acercarse un poco más, pero el menor lo detuvo con una mano y sonrió.
—Ya sabes como soy, me choqué con una puerta, en fin, Seulgi maquíllame, por favor.
La castaña suspiró y miró de reojo a Jaebeom, quien negó con suavidad ordenándole con la mirada que hiciera lo que el menor pidió, sin ninguna otra palabra, Seulgi comenzó a maquillar delicadamente el rostro de Jimin, mientras que él se aguantaba las ganas de pedirle que se detuviera.
Unos minutos después, cuando ya estaba listo, fue directo al baño y se cambió de ropa, se puso un pantalón negro con una camisa celeste y unos zapatos de vestir, guardó toda su ropa en su mochila y salió.
—Jaebeom, ¿acaso ese chico no tenía otra ropa? —preguntó un pecoso mientras veía a Jaebeom.
—Si, pero su marido no deja que se vista con otra clase de ropa que no sea grande y holgada.
—¿De verd-
Su pequeña conversación se vio interrumpida por el menor.
—Me voy Jaebeom, nos vemos más tarde —besó su mejilla y se acercó a Seulgi haciendo lo mismo—. Cuídense. ¡Que hoy tengan muchos clientes!
Sonrió alegremente y salió del lugar dirigiéndose a un restaurante, el cual era realmente lujoso, si lograba lo que quería, podría empezar de nuevo, podría salir adelante solo y sin la ayuda de Seonghwa.
—Buenos días —le habló a la encargada una vez que entró al restaurante—. Vengo por el trabajo de recepcionista.
La mujer lo miró de arriba abajo y sonrió.
—Eres joven, tienes buena presencia, justo lo que necesitamos.
—¿Entonces si me da el trabajo?
—No estoy segura, ya que normalmente pedimos un currículum.
—¿Currículum?
—Si, con un anexo de todos tus trabajos anteriores y recomendaciones.
—¿Es necesario? Si solo voy a pararme detrás de un mostrador, nada del otro mundo —sonrió e intentó demostrarlo, pero chocó con uno de los meseros haciendo caer un plato.
—Nosotros te llamamos, no te preocupes.
La cara de aquella mujer era el indicador perfecto para demostrar que lo había arruinado y que ese trabajo estaba totalmente descartado, por tercera vez había fallado.
✧✦✧
Jimin entró desanimado al salón de belleza, ya eran las 6 de la tarde, había buscado durante todo el día un trabajo, pero todos respondían con un estúpido "Nosotros te llamamos", él sabía perfectamente que esas palabras eran un claro "No".
—¿Por qué tan desanimado, Minnie?
—No conseguí trabajo en ninguna parte, odio esto —dijo mientras se quitaba su ropa y sacaba de su mochila su buzo.
—Yo digo que, en vez de cambiarte de ropa, te cambies de marido.
—Si fuera tan fácil ya lo hubiera hecho hace tiempo, créeme.
—Minnie, no puedes vivir así, cambiándote de ropa a cada rato.
—Pero eso ya no será por mucho tiempo.
—¿Eh?
—Estoy buscando trabajo —sonrió—. Si quiero dejar a Seonghwa, debo buscar con que mantenerme.
Jaebeom iba a responder, pero el celular de Jimin comenzó a sonar y aunque el menor no contestó, el teléfono seguía y seguía sonando, poco a poco el pelinegro comenzó a tensarse, y guardó sus cosas con mucha rapidez.
—Nos vemos, Jay.
—Minnie espera —lo detuvo antes que salga del local—. Hablaré con alguno de mis clientes, para ver si alguno tiene alguna vacante.
—¿De verdad?
—Si Jimin, claro.
La sonrisa que se formó en su rostro fue una llena de emoción y lo abrazó con fuerza, besando su mejilla en repetidas ocasiones, pero al momento de separarse, sintió un mareo que lo hizo tambalear.
—Hey, ¿estás bien?
—Si, se me nubló la vista, no importa, nos vemos —salió disparado del salón de belleza.
✧✦✧
Jimin entró a su casa lleno de temor, no había ruido en la sala, ni en la cocina, por lo que dedujo que su esposo se encontraba en la habitación, tenía que ser más precavido si quería evitar que ocurriera lo mismo de siempre.
Al abrir la puerta de su habitación, se encontró con Seonghwa acostado en la cama viendo su celular y a su madre, Mikyung sentada viendo una novela.
—Buenas noches —sonrió suavemente.
—¿Dónde mierda estabas?
—Fui de compras —guardó con disimulo su mochila en el ropero.
—Oh, ¿desde las 10 de la mañana? ¿Crees que soy imbécil?
—No, no, solo que primero fui al salón de belleza y luego pasé al centro comercial.
—Supongamos que te creo. ¿Por qué no contestas el celular?
—Estaba en silencio, perdón.
Su suegra miraba todo con una mirada de indiferencia y desprecio, odiaba a su yerno, ella sabía la razón por la que se había casado con él, claro que no era por amor, sino por venganza. Park Jimin nunca sería igual a la que en un principio iba a ser su nuera, Yuna, la melliza de Jimin.
—Por cierto, ¿qué te pasó en la frente?
—¿No lo sabe?
Seonghwa se paró de la cama y tomó su brazo dándole una mirada amenazadora.
—Si supiera no te lo preguntaría.
—Me golpeé con una puerta, soy tan despistado.
—Es verdad, madre por favor retírate que quiero estar con mi marido.
El frágil cuerpo de Jimin tembló y rogó internamente para que su suegra no se vaya, para que se quedara viendo la novela, para que no lo dejara solo, pero sus esperanzas se fueron por el caño cuando la vio levantarse e irse.
—Te extrañé, precioso —besó su cuello.
—¿No tenías a quien pegarle hoy?
—Perdón por hacerlo, precioso, a veces me haces enojar.
—Si claro —se separó—. Voy a cambiarme, quiero dormir.
Antes que pudiera alejarse, Seonghwa lo abrazó por la espalda y comenzó a besar su cuello de forma demandante, sacando su holgada polera y acariciando su cuerpo, tirándolo a la cama.
—No, no, déjame por favor.
—¿Por qué?
—Tengo sueño —sin quitarse el resto de la ropa se metió en la cama.
—¿Por qué mierda no quieres estar conmigo?
—No quiero que me toques después de lo que me hiciste.
—Tú ya me perdonaste, siempre me perdonas.
—¡No quiero Seonghwa! —lo empujó.
Tan pronto como hizo eso, se arrepintió, porque vio la mirada furiosa de su esposo, quien se colocó sobre él y apretó sus manos.
—Siempre haces que me enoje y luego quieres que no actúe como actúo, pero tú harás lo que yo te digo. ¿Entendido?
Lágrimas empezaron a salir de sus mejillas, no quería seguir en ese infierno, quería escaparse, quería huir, pero no sabía como hacerlo, estaba solo en Seúl, su melliza estaba lejos, su madre siempre le había dicho que su deber era estar con su marido y si iba con ella, lo regresaría al lado de Seonghwa, no tenía padre, no tenía a nadie, estaba solo.
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